miércoles, 11 de noviembre de 2009

Yo también en Babia


Sirva el retraso como expiación de mi intransigencia.

Pude comprobar ayer que ésta suele ser compartida a partes iguales por el intransigente y lo no transigido, que se convierte, a su vez, en intransigente antes que en réplica.

Sí señor, yo también disfruto diciendo cosas que sólo pienso (más bien, siento) durante un instante. No tiene importancia la magnitud de la falacia cuando ésta es pasajera, lo inevitable es mantener estable el binomio falsedad-vida de nuestras afirmaciones. Sólo las pequeñas mentiras pueden mantenerse toda una vida.

Hace unos días, mientras paseaba por el centro de Ciudad Real (eso me dijeron) un pensamiento me abordó y, tras las debidas presentaciones, me acompañó en mi protocolario deambular: ¿Tú qué eres, un perro o un gato? Y es que el manchego es tan anodino que sólo puede destacar si es un queso, en cualquier otro caso...

¡Dios! ¡Qué desasosiego! pero ¿cómo puede esta gente vivir así, sin saber si son perros o gatos?

¡Claro! Ya podía el hidalgo destacar en este campo de calabazas